El otro día leí un artículo sobre un profesor de Toledo (España), que se hizo viral al poner ciertos comentarios en los exámenes de los alumnos. Os dejo el enlace de la noticia para que lo leáis:
Esta noticia me hizo pensar en la importancia del feedback que continuamente damos a nuestros alumnos, aspecto que es crucial y un gran potenciador de la capacidad de aprendizaje de nuestros niños y niñas.
La importancia del feedback en la educación es un hecho muy demostrado por diversas investigaciones, sólo hay que leer a autores como Stanislas Dehaene (neurocientífico cognitivo) o Héctor Ruíz Martín para comprobarlo. Pero ¿Qué queremos decir cuando hablamos de feedback?
Se trata de las opiniones, comentarios o correcciones que el profesor otorga a los alumnos al realizar éstos alguna actividad propuesta en el aula o en otro contexto. Normalmente, este feedback siempre se ha entendido como necesario una vez finalizada la tarea, pero esto no es así, el feedback debe estar presente en todo momento, desde que se inicia la actividad hasta que finaliza, incluso en el aula debemos procurar una estructura y una organización de tal manera que no sólo sea el maestro el que acompañe al alumno, sino que sean los mismos alumnos los que se acompañen entre sí.
El feedback que se pueden dar entre los niños es muy potente, ya que se da en un mismo lenguaje y desde una posición de igualdad que le confiere una fuerza mayor.
Siguiendo el ejemplo expresado en algunas de las lecturas de los autores antes mencionados, un buen feedback debe funcionar como un GPS, nos debe facilitar información acerca de:
- Dónde nos encontramos (importancia de los conocimientos previos, qué sabe el alumno).
- Dónde queremos llegar (objetivo de aprendizaje, establecer una meta)
- Cómo vamos a llegar (facilitar el proceso, acompañando al alumnado, facilitando el hecho de poder alcanzar los objetivos).
Por tanto, la función del maestro es la de acompañar y andamiar el proceso de aprendizaje de los niños desde el comienzo hasta que evaluamos lo aprendido, y es que SIN EVALUACIÓN NO HAY FEEDBACK Y SIN FEEDBACK NO HAY EVALUACIÓN.
La manera en la que tradicionalmente hemos enfocado la evaluación no repercute de manera positiva al proceso de aprendizaje de nuestros alumnos. El feedback que devolvemos a los niños en manera cuantitativa (a través de números), hace que los alumnos se etiqueten, que inconscientemente se establezcan unos límites que no los dejan progresar, y además, no ofrece una alternativa al error cometido, no garantiza que el objetivo de aprendizaje que nos habíamos propuesto se alcance.
Y es que el objetivo de todo maestro es que todo el alumnado alcance los objetivos establecidos, para ello el feedback y acompañamiento que pueda dar debe ajustarse a las necesidades de cada niño.
Las investigaciones hablan de los distintos beneficios que ofrecen las diferentes maneras que tenemos de corregir las pruebas. Siendo la más beneficiosa la valoración cualitativa, de esta manera se convence al alumno de todas sus destrezas y de la posibilidad de mejora y cómo hacerlo. Con ello además instauramos una mentalidad de crecimiento en el aula, término que ya trataremos en otras entradas de la autora Carol Dweck.
Curioso que la manera más perjudicial para el aprendizaje de los alumnos sea la que se ha hecho toda la vida, asignar una nota numérica. En este caso el feedback es escaso o nulo, por ejemplo en el caso del maestro del artículo combina la nota con el comentario, aquí hay una mejora, pero la idea es incluso obviar la nota numérica.
Por tanto:
- Debemos acompañar y otorgar feedback en todas las fases de la actividad educativa.
- Debemos evaluar muchas veces, se trata de trazar un hábito, dando importancia pedagógica al error, nos debemos asegurar que todos alcanzan los objetivos.
- Valoración cualitativa, enfatizando fortalezas y haciendo visible el error, pero con la intención de superarlo y lo más importante, cómo superarlo.
Espero que os haya gustado, nos seguimos acompañando.
Un abrazo
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