Muchos de vosotros habréis leído o escuchado la siguiente afirmación:
- "Solo se aprende aquello que se ama"
Esta frase, que se atribuye al bueno de Francisco Mora (doctor en neurociencia y medicina), habla de la importancia de las emociones para el aprendizaje. Mi opinión, siguiendo también a autores como Begoña Ibarrola ya comentadas en otras entradas, va en esta sintonía, creo fervientemente en la importancia de las emociones, es más, creo que la emoción es el combustible que activa la motivación para hacer, para aprender, para ser.
Aunque considero que hay matices en esa expresión que conviene aclarar, reflexionamos: entonces si no hay emoción, ¿no aprendemos?. Pues creo que no, nuestro cerebro está permanentemente aprendiendo, de hecho, está concebido para ello. Lo que sí creo es que si al contenido a aprender asociamos una emoción de cierta intensidad pues la huella que nos deja es mayor y más significativa.
¿Todas las emociones son positivas para aprender?
Pues evidentemente no, las emociones intensas, ya sea de mucha alegría o euforia, o de miedo y angustia, dificultan el proceso de aprendizaje de nuestros niños.
Como maestros muchas veces nos convencen y nos convencemos de la importancia de gamificar el aprendizaje, esto es, promover el juego como vehículo de aprendizaje en el aula. Todos sabemos que los niños aprender jugando, pero si en nuestras actividades prima el juego sobre el contenido a aprender, el niño recordará y evocará lo bien que lo ha pasado en la clase, pero apenas será relevante lo que se ha trabajado en ella, el objetivo de la misma. En este caso hemos podido provocar emociones muy intensas, los niños han salido eufóricos de la clase, se lo han pasado genial, pero puede que el valor del aprendizaje realizado haya sido muy bajo.
Más claro es el caso de emociones tales como el miedo, ante este estado, cualquiera reconoce que no es un momento óptimo para aprender y memorizar algo de manera significativa.
Evidentemente los maestros no son en su mayoría psicólogos, pero si que deben tener en cuenta cómo funciona el cerebro de los niños y el suyo propio. Ya que si anticipamos y aseguramos unas condiciones y contextos favorables en los niños, su proceso, su camino hacia el aprendizaje será mucho más positivo y determinante para su desarrollo.
Uno de estos aspectos a tener en cuenta es el de la AUTORREGULACIÓN EMOCIONAL. Todos, adultos y niños, llegamos con un bagaje emocional a nuestras aulas, a nuestros lugares de trabajo o a nuestros hogares con nuestras familias. Todos tenemos una serie de creencias, que van a determinar en muchos casos cómo vamos a enfrentar los retos que nos plantea la vida.
Siguiendo a Héctor Ruiz Martin ("¿Cómo aprendemos?"), las estrategias de regulación emocional pueden diferenciarse por el momento en que se aplican, esto es, antes del episodio que se prevé intensamente emocional (como ante un examen o exposición, por ejemplo) o durante el episodio. La ciencia nos dice que las estrategias anticipatorias son más efectivas que las estrategias que tratan de controlar la reacción emocional una vez ya se ha producido el episodio en cuestión (Gross y John, 2003).
Vamos a distinguir tres tipos de estrategias que como docentes debemos tener en cuenta para favorecer la autorregulación emocional de nuestros alumnos:
- Estrategias dirigidas a modular la atención: ante esta estrategia lo que se trata es evitar pensar en aquello que me está generando esa emoción inadecuada. Para ello algo positivo será centrar nuestra atención en otras cosas. Este proceso es complicado por que controlar los procesos atencionales es muy dificil, ya que muchos de ellos son inconscientes e involuntarios. Por ello, otra estrategia consiste precisamente en lo contrario, centrar el foco en aquello que me está generando una distorsión, y ser capaces de describir oralmente o por escrito las emociones que me suscita. Una vez realizado este paso lo siguiente sería una reevaluación cognitiva como veremos más adelante.
- Estrategias dirigidas a modular nuestras expresiones corporales: está claro que las emociones reproducen una serie de patrones corporales muy claros, por ejemplo la angustia o el miedo puede hacer que nuestra respiración y ritmo cardiaco se aceleren, o que nos duela la cabeza y otras partes del cuerpo. En este caso, si tras el episodio emocional somos capaces de controlar las reacciones de nuestro cuerpo, podremos reducir la intensidad de la emoción generada. Ante este caso una herramienta muy útil es la práctica de controlar la respiración. Os dejo un enlace de cómo llevar a cabo la técnica de relajación de Jacobson, muy extendida en psicología y que yo personalmente la he practicado tanto con niños como personas mayores.
- Estrategias dirigidas a modular la evaluación cognitiva de la situación: normalmente el estudiante realiza una valoración cognitiva, de manera inconsciente y automática, por la cual estima el valor de la tarea que ha de realizar y las posibilidades que tiene de superarla. Desde luego que si creemos que no somos capaces de realizar un reto o actividad que se nos plantea, la emoción idónea que se tiene que despertar para poner en marcha el circuito motivacional y por ende el proceso de aprendizaje no se va a despertar, al contrario, la tendencia será evitar el fracaso y por tanto abandonar el reto. Esto es lo que ocurre en muchos de los niños, sobre todo con aquellos que tienen dificultades en su proceso de aprendizaje. La reevaluación cognitiva lo que pretende es modificar la interpretación que el alumno hace de la situación. Debemos actuar sobre el valor y las expectativas del alumno. Por eso también es importante como docentes, conocer qué saben nuestros alumnos, para así ajustar retos y metas de aprendizaje que sean abordables por ellos. DEBEN SENTIR QUE PUEDEN HACERLO.
Debemos pues, proporcionar entornos de aprendizaje que faciliten la regulación emocional de nuestros alumnos cuando se enfrentan a las tareas escolares y los retos académicos, lo que los ayudará a ser mejores estudiantes. Enseñarles a:
- Atribuir de manera adecuada sus éxitos y fracasos.
- Proporcionar un valor de aprendizaje al error.
- Proporcionar a los niños un respaldo, un apoyo en su proceso de aprendizaje, acompañándolos, eso sí, siendo consistentes y exigentes alrededor de un marco normativo bien establecido.
Espero que os haya gustado, como veis el mundo de las emociones, el cerebro y el aprendizaje es apasionante.
Un abrazo.
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