martes, 12 de abril de 2022

MAMÁ, ¿ME QUIERES? (DISFUNCIÓN EMOCIONAL EN LOS TDAH)

 En otras entradas del blog, hemos hablado de las características de los alumnos con TDAH, de cómo detectarlos en las aulas o en ámbitos más domésticos, hemos visto también diversas vías de tratamiento, uno de ellos el farmacológico, quizá el más desconocido para la gran mayoría de las personas que trabajamos o que estamos en contacto con estos niños.

Hoy quiero hablaros de un tema que para mí es primordial en el tratamiento de estos niños con dificultades, se trata del CONTROL DE LAS EMOCIONES. En principio un niño con TDAH tiene un cuadro de síntomas que se convierten en trastorno cuando se produce una desadaptación del menor en diversos ámbitos. Generalmente hablamos de tres:

  • Escolar.
  • Social.
  • Comportamental.
Lo que ocurre es que en estos contextos, los niños con TDAH se ven demandados con una serie de retos que continuamente ponen a prueba sus funciones ejecutivas (planificación, control inhibitorio, memoria de trabajo, atención mantenida...). Estas demandas las hacemos pensando en dos aspectos:
  • Edad cronológica.
  • Capacidad intelectual.
Esto es un error, ya que no tenemos en cuenta las dificultades que tienen estos niños, estamos planteando retos y demandas que se encuentran por encima de sus posibilidades, lo que se debería tener en cuenta es el estado de madurez de sus funciones ejecutivas, y este hecho se obvia de manera constante.

Con lo cual, tenemos alumnos con una mala regulación emocional, una baja tolerancia a la frustración, con un alto grado de impulsividad en muchos casos, expuestos a una experiencia continua de fracaso e incomprensión, una bomba en toda regla.

Los deseos son los que activan nuestra maquinaria cerebral, se produce una activación emocional, que provoca que se produzcan una serie de pensamientos que generan en una respuesta, una acción, una decisión, qué hacer. En muchas ocasiones este proceso no es consciente, se produce de manera automática. Cuando somos capaces de tomar conciencia de todo este proceso, somos capaces de gobernarnos, entran en juego nuestras funciones ejecutivas. Aquí el niño con TDAH encuentra una gran dificultad.

Por tanto, las emociones no tienen control, se disparan en función de deseos internos o provocaciones del ambiente y provocan descargas neuroquímicas que conllevan respuestas fisiológicas ya aprendidas. Lo que podemos regular son nuestros sentimientos, no las emociones.

Los niños con TDAH tienen mucha dificultad en la acción inhibitoria inicial, están "secuestrados" por sus emociones.

Hay un deterioro emocional en estos chicos, los retos que les planteamos están alejados de sus competencias, les supone invertir mucho más esfuerzo y tiempo que a los demás, además normalmente con recompensas muy a largo plazo, por lo que estos niños finalmente abandonan con mucha frecuencia.

Ámbito escolar

Los retos que les proponemos están estandarizados, por edad cronológica, "es lo que deberían hacer". Ponemos a prueba de manera continua sus funciones ejecutivas, con tareas extensas, no conectadas a sus intereses, que les exige mucho tiempo y esfuerzo. Esto en contextos de tensión y cabreo, por parte de las familias o docentes que trabajan con estos niños de manera diaria). 
Por tanto, desprestigiamos su esfuerzo y penalizamos los resultados, no llegan a los retos planteados.

Muchas familias dicen "si no tuviéramos lo escolar, no tendríamos ni la mitad de los problemas". Lo importante es que a través de todas estas experiencias el niño aprende emocionalmente y lo registra en una memoria de emociones que todos tenemos, que además es muy compleja y no olvida. Lo que suele ocurrir es que el alumno activa acciones para minimizar el malestar que le genera la situación. En el caso de estos niños que viven contextos y situaciones de ansiedad, tienden a huir o evitar, utilizando la mentira o cualquier estrategia que se les ocurra. Esta respuesta suele tener consecuencias negativas (ej. castigo) y hace que todo se retroalimente en una especie de círculo vicioso.

Ámbito social

Muchos niños con TDAH tienen o buscan un perfil de liderazgo (por ejemplo, quieren imponer sus juegos), pero carecen de habilidades sociales, de liderazgo natural. Esto hace que tengan una serie de experiencias negativas que evidentemente dejan una huella emocional. 

Muchos niños TDAH cuando son adultos presentan comorbilidad con trastornos del estado de ánimo (ansiedad, depresión o estrés), ante experiencias de fracaso continuo. De ahí la frase que titula nuestra entrada: 
  • MAMA, ¿ME QUIERES?.
Hay un deterioro emocional evidente, un problema adaptativo en diversos contextos, que además reforzamos negativamente en muchos casos. Los niños muchas veces tienen la sensación de falta de afecto por parte de los demás, por ello es fundamental hacerles llegar de manera explícita lo mucho que les queremos, aunque estemos enfadados con ellos por algún motivo.

La conducta, el comportamiento es un síntoma, no es el problema, debajo hay un gran malestar emocional.

Lo importante es atender en primer lugar, qué cosas causan su comportamiento y cual es el nivel de deterioro emocional tienen estos niños, qué estilos de enseñanza hay en casa y en la escuela... No olvidemos que son chicos  que han recibido atribuciones negativas de manera constante por parte de la mayoría de las personas que les rodean, familia, profesores, iguales..., que han asumido un rol muy difícil de quitar.

Por tanto, cuando veamos a un niño con estas dificultades, no nos quedemos con la conducta, esa solo es la punta del iceberg, hay un malestar profundo debajo y no podemos contribuir a agrandarlo y empeorarlo. 

EMPATICEMOS Y AJUSTEMOS NUESTROS RETOS.

Nos seguimos acompañando, un abrazo.



No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿PODEMOS RETRASAR EL ENVEJECIMIENTO DE NUESTRO CEREBRO?

  Llevaba un tiempo queriendo leer un libro de mi admirado Francisco Mora (doctor en medicina y neurociencia) llamado "¿Se puede retras...