sábado, 6 de febrero de 2021

EL CORAZÓN MANDA...¿O NO?

 Son varios los autores que he tenido la suerte de leer en los últimos años dentro del ámbito de la investigación y la educación, en muchos de ellos el conflicto entre el cerebro y el corazón (las emociones), es bastante usual.

Mar Romera, Jesús Guillén o Francisco Mora ya mencionan la gran importancia que tienen las emociones en el quehacer de nuestro cerebro y por tanto, lo determinantes que son para la enseñanza y el aprendizaje de nuestros niños y niñas.

Esta entrada en el blog viene inspirada a partir de mi última lectura "Aprendizaje emocionante" (2014) de Begoña Ibarrola. Psicóloga y musicoterapeuta, Begoña nos habla de la importancia de las emociones en el aprendizaje de los alumnos, de lo determinantes que son, tal y como hace a lo largo de su libro, utilizando el símil de la música, las emociones son el motor, la energía que va a alimentar a toda nuestra orquesta, sin ellas desde luego nuestro concierto dejará mucho que desear.


Estas lecturas me hicieron pensar en mis niños y niñas del colegio, en mis compañeros maestros e incluso en las familias con las que tengo en gusto de trabajar y compartir día a día. 
Como orientador en muchas ocasiones me llueven muchas preguntas y cuestiones a diario:

  • Javier, ¿Qué hacemos con este niño?, no trabaja, no se relaciona, interrumpe...
  • Mi hija no hace las tareas, no estudia, me contesta, está siempre emfadada...
  • Mira ese compañero, no habla con nadie, va a su bola...
En muchas ocasiones tendemos a simplificar todo y a buscar soluciones complejas a problemas que son relativamente sencillos. Pero para ello debemos cambiar nuestra mirada, decía en otra entrada, que el maestro debía mirar con ojos de niños y escuchar con oreja de niño, en fin, EMPATIZAR. 

Sabemos por las investigaciones que emociones y sentimientos como la ansiedad, el estrés, la tristeza, el enfado, la desolación, la ira..., hace que nuestra parte cognitiva, nuestro cerebro pensante no funcione de manera adecuada, no procesaremos bien la información que nos llega y no podremos contestar y adaptarnos correctamente al contexto en el que nos hayamos. Esto ocurre con muchos de nuestros alumnos, en cualquier etapa. 

Como docentes o no, debemos preocuparnos en primer lugar por cómo estoy yo, cómo me encuentro a nivel emocional, si estoy tranquilo, relajado, motivado para realizar mi trabajo. Debemos tener claro que si nosotros no estamos bien, nuestras interacciones no serán adecuadas y eso afectará a nuestra relación con los demás.

En segundo lugar, debemos procurar enfatizar y hacer visible no solo el pensamiento de nuestros niños, sino también cómo se sienten, que emociones tienen, que las sepan identificar, que les pongan nombre y que no tengan miedo a expresarlas en un contexto de seguridad y confianza. Por tanto una buena inteligencia emocional en el aula es primordial para luego trabajar otros aspectos más cognitivos.

PARA ENSEÑAR A PENSAR, PRIMERO DEBEMOS ENSEÑAN A SENTIR.

Os dejaré un instrumento que me encanta pasar en las diferentes aulas, una especie de sociograma, pero algo adaptado a todo lo que aquí venimos hablando, me gusta saber qué sienten mis alumnos, por que de esa manera creo que les podré acompañar mucho mejor. 

Dice la letra de la canción "Volar" de Macaco:

"Que cambien las estaciones que cambie el plan
Pero que nunca cambie la meta de juntos volar"

Pues de eso se trata, de volar juntos, de acompañarnos y de adaptarnos a las circunstancias que la vida nos plantea, en fin, volar. 

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